Una buena pregunta merece una respuesta acorde, pero mi respuesta es desacertada. El desierto es el que ves en mis ojos, en mis pupilas y en mi trasmundo de ideas; donde más allá no se ve, mi alma tan frágil y tan obsesiva por encontrar la felicidad eterna. No poder con las presiones que me impongo, con mis apologías, con mi cosmovisión, con mí ser, con mí corazón tan dulce y tan amargo, con mi volátil conciencia tan cerrada y tan abierta. Como quitar todos estos patrones que me fueron adjudicados al nacer y me los arraigue y no me despegue más de ellos como si fuera que justamente de ellos dependieran mí vida; sin darme cuenta que me están destruyendo mi existencia. No sé cómo pedir ayuda, por un lado estoy gritando pero es como si lo hiciera en vos baja, mímicas y más mímicas.
Me da tanta pena estar triste que no lo digo, lo callo y lo sigo callando. Sé que hay cosas peores y tengo todo para ser feliz…pero esta felicidad tan deseada, tan buscada y tan inverosímil, solo la encuentro de ratitos es como que la vida me da muestras gratis de lo que es la felicidad y si quiero más la tengo que seguir buscando y buscando, cuando creo encontrarla se me esfuma y me doy cuenta que me desperté de un lindo sueño. Al despertar el corazón se me queda mudo, con un silencio aterrador y un dolor incomparable, indescriptible un dolor que solo se siente en el corazón.
Muchas veces me culpo y me sigo culpando porque es como que me siento a esperar a que las cosas sucedan a su debido tiempo pero ¿cómo sabemos cuál es el momento de buscar o de esperar? Hay que buscar y seguir buscando, Cuando nos caemos también hay que saber en qué hombro apoyarse. Creo que ya no me queda fuerza para andar adivinando cual es el hombro ahora solo me queda fuerzas para esperar una mano que me levante de un tirón.